Sobre Andorra parece estar todo dicho, o casi. El llamado “país de los Pirineos”
respira naturaleza por todos sus poros, latiendo al ritmo de este gran corazón
verde que envuelve cada uno de sus rincones: ríos, lagos, fuentes, prados,
valles, montañas... Es un país milenario que alberga un rico patrimonio
cultural, con destacados ejemplos en cada una de sus poblaciones y valles:
torres e iglesias románicas, museos y monumentos, itinerarios culturales,
fiestas y tradiciones... Por supuesto, es también un paraíso de las compras, y
aunque la diferencia de precios ya no es tan alta como hace años (en Andorra han
subido algunos impuestos), muchos productos son todavía más baratos que en el
resto de Europa: perfumería y cosmética, moda y calzado, farmacias y
parafarmacias, electrónica y fotografía, música, ópticas, joyas y relojerías,
deportes, tabaco y licores, así como también productos gourmet. En
Andorra,
además, se puede comer muy bien y disfrutar de una
gastronomía propia, con
influencias francesas y catalanas y, por supuesto, practicar casi cualquier tipo
de deporte, en invierno y en verano...
Lo que, sin embargo, no es tan
conocido es que Andorra es también un destacado centro de peregrinación...
religiosa. ¡Quién lo diría!, pero en este pequeño gran país, las sorpresas
aparecen donde menos se piensa. En mitad del Principado, rodeado de naturaleza y
envuelto en parajes de gran belleza, se encuentra el santuario de Meritxell,
símbolo y emblema de la pasión de todo un pueblo. La iglesia del santuario ha
sido reconocida recientemente con el título y la dignidad de `Basílica Menor´,
título concedido por el Papa Francisco. El conjunto está formado por la iglesia
vieja de Meritxell, de origen románico, y el nuevo santuario, obra del
arquitecto Ricardo Bofill.
Desde hace unos meses, el santuario de
Meritxell se ha incorporado a la Ruta Mariana, lo que le ha permitido
consolidarse como un importante destino de turismo religioso y formar parte de
este destino global visitado tanto por creyentes como por amantes del arte y la
naturaleza. De este modo, el santuario andorrano se incorpora a este proyecto
con la idea de abrir el país al turismo religioso y tener la oportunidad de dar
a conocer todo el patrimonio religioso, cultural y natural que posee.
La
Ruta Mariana es un itinerario de interés cultural y religioso que se desarrolla
en tres países y que une los santuarios del Pilar, Torreciudad, Lourdes,
Meritxell y Montserrat, un itinerario de fe guiado por la espiritualidad y
devoción mariana, poseedor de una gran riqueza turística, patrimonial, rural,
gastronómica y natural. Esta ruta, que cada año aumenta su número de visitantes,
acoge anualmente entre sus cinco santuarios alrededor de 12 millones de
peregrinos, lo cual refleja el gran atractivo e importancia que posee para
peregrinos y turistas. Prueba del interés por la ruta es que en los seis
primeros meses de 2014, el número de consultas a su Secretaría ha aumentado en
un 40% respecto al mismo período del año anterior.
El misterio de
Meritxell
El Santuario de Meritxell, al igual que sucede con otros
muchos santuarios, no cuenta con documentos escritos que aporten información
concreta y precisa para poder hacer una reconstrucción fiel de cómo fueron sus
inicios. Pero de lo que si hay constancia es de la tradición oral que ha pasado
de padres a hijos y a través de la cual ha llegado hasta nosotros una bonita
leyenda. Según se cuenta, en la mañana de un 6 de enero, un pastor se dirigía a
Canillo para asistir a la misa de Reyes, al pasar por el lugar en el que hoy se
encuentra el santuario, le llamó la atención un rosal en flor y sus hojas
verdes. Era obviamente una visión extraña, puesto que todo estaba nevado y el
aspecto del rosal era completamente primaveral. Al acercarse al arbusto, se
quedó sorprendido al comprobar que a sus pies había una bella imagen de Nuestra
Señora. Los habitantes del pueblo recogieron la imagen y la llevaron a Canillo.
La colocaron en el altar de la iglesia e hicieron la promesa de construirle un
retablo.
Sin embargo, a la mañana siguiente, al entrar en la iglesia,
comprobaron que la imagen no se encontraba en el lugar donde la habían
depositado y que había desaparecido. Un viajero que venía de Andorra y que
desconocía los hechos acaecidos el día anterior, se presentó diciendo que al
pasar por Meritxell había visto una imagen de Santa María al pie de un rosal en
flor. La conclusión a la que llegaron fue que la Virgen prefería ser venerada en
la población de Encamp. Así pues, los habitantes de este pueblo fueron en
procesión a buscar la imagen y la colocaron en el altar mayor de la iglesia
parroquial. Al día siguiente y al igual que había sucedido en Canillo, la imagen
había desaparecido en circunstancias similares. Volvieron a Meritxell y
encontraron la imagen junto al rosal y con una pequeña extensión de terreno
completamente limpia de la nieve que había caído la noche anterior. La voluntad
de Nuestra Señora había quedado clara y por esa razón, los habitantes de Canillo
y Encamp construyeron una capilla en ese lugar para que fuese venerada allí
mismo por los fieles.
No acabaron ahí las ansias viajeras de la Virgen.
Más recientemente, en la noche del 8 al 9 de septiembre de 1972, pocas horas
después de haber celebrado la festividad de la patrona, un incendio destruyó
prácticamente la totalidad del santuario dejando a salvo únicamente parte de la
fachada de la iglesia y algunos muros. La imagen de la Virgen desapareció y
nunca se ha sabido si fue robada o destruida por el fuego, y tampoco se supo si
el incendio fue accidental o provocado. Nadie ha vuelto a encontrar un rosal en
flor con la imagen de la Virgen.
La construcción del nuevo edificio fue
encargada al estudio del arquitecto Ricardo Bofill y la obra debía trasmitir
grandiosidad monumental y fuerza religiosa, integrándose en el paisaje, estando
al servicio de la religión y la cultura. El gran complejo que proyectó Bofill
fue recortado y el resultado actual es un diseño de santuario moderno, de
concepción ecléctica, que no gusta a todo el mundo y que en su día provocó
serias discrepancias. Fue inaugurado en 1976. Una réplica de la desaparecida
imagen románica preside el santuario.
La explosión del
románico
Como ocurre en otros muchos lugares de los Pirineos, Andorra
se encuentra en un emplazamiento fronterizo, en una confluencia de vías y
caminos que unen el norte y sur de Europa. Con el paso de los siglos, esta
posición geográfica ha dado lugar a una serie de mezclas y fusiones tanto
artísticas como sociales, que tuvieron posteriormente una materialización
concreta a través de diferentes manifestaciones. El arte románico y prerrománico
andorrano son un claro ejemplo de estas manifestaciones de alto valor artístico,
siendo hoy uno de los emblemas del país. Las diferentes iglesias y
construcciones arquitectónicas que se pueden visitar repartidas a lo largo del
territorio constituyen una manera privilegiada de conocer la historia y la
cultura del principado. El románico andorrano lleva más allá del propio
edificio: interrelaciona con las antiguas comunidades religiosas, con los
centros de la vida espiritual y social de las comunidades que habitaron estas
tierras hace siglos.
Andorra cuenta con más de cuarenta iglesias
románicas que, arquitectónicamente, se caracterizan por ser construcciones
sencillas, de pequeñas dimensiones y de ornamentación austera, pero que
transmiten una belleza y una espiritualidad sin límites. Pequeñas y sencillas
iglesias románicas, repartidas por los valles andorranos, son tesoros únicos que
trasladan a tiempos pasados, en los que estos edificios eran el centro de la
vida social y religiosa de las comunidades. El edificio románico, unido al
paraje natural en el que se encuentra, forma un conjunto sorprendente por su
belleza y vistosidad. Entre los más valiosos ejemplos destacan el Puente de la
Margineda, el puente medieval más grande de Andorra, la iglesia de Santa Coloma,
con su excepcional torre circular o la iglesia de Sant Esteve, con el ábside
románico de mayores dimensiones y el más rico en decoración del Principado.
Además, vale la pena visitar la Iglesia de San Joan de Caselles,
perteneciente a la parroquia de Canillo y cercana al Santuario de Meritxell,
está considerada como una de las construcciones más importantes del arte
románico del principado. En su interior guarda un Cristo en estuco único en el
mundo (s. XII). El Santuario de Canòlich, en Sant Julià de Loria, es una de las
ermitas más veneradas. Su ubicación, más alejada que muchas otras, hizo que la
devoción se conservase intacta desde tiempos pasados. San Martí de la Cortinada,
iglesia románica del s. XII, en la que se pueden admirar unas pinturas murales
realizadas a finales del siglo XII, así como retablos, rejería y otras obras de
decoración.
Naturaleza en estado puro
La naturaleza es otro
de los grandes emblemas de este país. Los paisajes más habituales que se pueden
contemplar están formados por montañas, ríos, lagos, bosques, fuentes, prados,
bordas... Esta abundante naturaleza invita a la visita de los parques naturales,
a realizar excursiones y rutas ecoturísticas y a disfrutar de numerosas
actividades desarrolladas en un entorno natural único, adaptadas a todos los
niveles. Al abrigo de este magnífico patrimonio natural, rodeada de valles y
montañas, se encuentra Andorra la Vella, la capital del país que conjuntamente
con Escaldes-Engordany forman un lugar lleno de vida y energía, con un gran eje
comercial donde disfrutar de las compras, la
cultura, el
ocio y el
relax a
través de las
aguas termales de
Caldea, un auténtico paraíso donde el agua
termal premia con todos sus dones a quien lo visita. Este
centro termolúdico es
el lugar idóneo para recargar pilas y olvidarse de todo.
Desde vapor
hasta hielo, Caldea ofrece todas las propiedades del
agua termal y permite
disfrutar de las sensaciones más agradables mientras se olvidan las
preocupaciones y el
estrés. Entre sus
instalaciones hay una laguna exterior con
agua termal a 32º, arroyo con corriente,
jacuzzi de pie y camas de burbujas; una
gran laguna interior con agua termal a 34º, jacuzzi, cuello de cisne, máscara de
agua vaporizada para hidratación facial y tazas de hidromasajes; salas de
fitness, baño islandés, espacio de aquamasaje, baño Sirocco,
saunas con luz
relajante,
hamman y luz de Wood (relajación por iones negativos); salas de
relajación bajo infrarrojos, terrazas exteriores con tumbonas, jacuzzi exterior
y baños indorromanos con agua termal a 36º y baño frío a 14º.
Enrique Sancho