Lo primero que llama la atención es que, o vas atento, o te lo pasas. De día, sobre todo, porque de noche su cartel azul de la puerta es una buena pista.
Sin embargo, sin duda, este aislamiento es parte del encanto del
Bluesense Sierra Madrid, un coqueto y tranquilo hotel-spa BlueSpirit situado a las afueras de Mataelpino, a unos 60 km al norte de Madrid. Al dejar el coche en el aparcamiento, ya se aprecia esa sensación de calma, pues casi no se divisan los edificios que componen el hotel, ni mucho menos el spa. La recepción, cálida y amable, tampoco desvela lo que te espera cuando llegas a la habitación, espaciosa, cómoda y muy climatizada en nuestro caso (era el mes de diciembre), lo que fue de agradecer.
La oferta del restaurante es más que notoria, y apetece no tener que mover el coche, pero si alguno se anima, los alrededores (no solo Mataelpino) cuentan con una oferta gastronómica de lo más variado.
Por la mañana del día siguiente, tras un desayuno mucho más que aceptable, empiezas a disfrutar de verdad de todo lo que ofrece el establecimiento. En primer lugar, las vistas espectaculares desde la terraza del restaurante. Una panorámica del valle por el discurre el río Navacerrada que es el primer relajante muscular al que hacer frente.
A continuación, el spa. No es demasiado grande, aunque ocupa unos 2.000 metros cuadrados, pero cuenta con todo lo necesario, incluyendo la sauna, dicha escocesa, baño turco, pediluvio, aromaterapia, circuito de agua, chorros de presión y, por supuesto, un personal de lo más amable. No olvides el gorro, que es obligatorio. Y, si tienes más tiempo, disponen de una gran oferta complementaria de relajación, desde el yoga, meditación, masajes o Chi Kung.
En resumen, una estancia de lo más agradable. Hace menos de un año que disfruté en pareja de los servicios del hotel/spa, y ya estoy (estamos) deseando repetir. Recomendable.
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